jueves, 19 de abril de 2018

Historias cortas para venas largas - Última cena

Ya había decidido que esa sería mi última noche con vida, durante décadas aquel monstruo me había perseguido, logrando así, atrofiar mis pensamientos y debilitarme física y mentalmente hasta el punto de volver mi vida un triste cuento sin protagonista. En los últimos años me sentía vacío y sin ganas de nada, y aunque traté por todos los métodos de cambiar mi destino, fue en vano.

Así que aquella fría noche cité a todas las personas importantes para mí, con la excusa de una pequeña gran fiesta. Gasté mis últimos ahorros y dejé mi tarjeta de crédito en ceros, tenía que ser una última cena que valiera la pena. Los invitados fueron llegando uno a uno a la mesa, sus rostros me parecían familiares y al mismo tiempo irreconocibles, cómo el de un amigo que dejaste de ver por años. Cuando llegó el último invitado, comencé mi fatídico discurso.

"Sean bienvenidos y disfruten de esta última cena. Porque a pesar de tan gratos años frecuentandonos y dialógando los unos con los otros, yo ya me he cansado. Me siento fastidiado de esta vida y de toda la desgracía que me atormenta, ya han pasado 20 años de este martirio y el silencio de esta noche no hace mas que enloquecerme a tal punto de poner fin a mi vida. Miro sus rostros y lo callados que se encuentran, y me pregunto ¿Por qué no se pudieron mantener igual de callados todos estos años?"

Todos me miraban con miedo, sabían lo que estaba por ocurrir y aún así no despegan la vista de mí. Saqué del chaleco una pistola y la coloqué en mi sien, puse mi indice en el gatillo y amenacé con presionar. Pero en ese instante me vi interrumpido por una voz.

Era Aaron, me decía que pensará lo que iba a hacer. Me proponía volver a reflexionar de la vida, del amor y de las cosas que iba a dejar atrás, pero ya era demasiado tarde. Después Abel tomó palabra y me habló de lo que Dios quería, de que suicidarme iba encontra de la palabra de Dios y que me condenaría a una eternidad de sufrimiento, pero desde hace tiempo ya no creía en cuentos de hadas. Andrés me dijo que pensará en los proyectos que teníamos juntos y en toda las cosas materiales que habíamos obtenido juntos, pero el de sobra sabía que desde hace unos años lo material era para mí una simple vanalidad. Y así cada uno en la mesa me trató de disuadir para cambiar de opinión. Pero ya estaba decidido desde esa mañana.

Tiré del gatillo mientras veía la mesa vacía en la que estaba sentado.

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Alejandro Méndez Alegria, fue hallado muerto después de dos meses, cuando la persona de recursos humanos dio parte a las autoridades locales. Al entrar los oficiales encontraron una mesa llena de alimentos putrefacto y el cuerpo sin vida sobre la mesa. Nadie sabía de su existencia, sólo unos trabajadores de su área dieron fe que varias veces lo vieron hablando sólo.

Inspirado en los primeros capítulos de "Un hombre pentafácico"