Mientras más lo pienso, la soledad es uno de mis peores
miedos. No me malentiendan, me gusta estar solo, me gusta leer y escuchar
música en la soledad de mi habitación. Me gusta hurgar en mi mente y ver que
tantos pensamientos hay dentro de ella. Pero, me aterra quedarme completamente
solo. Alguna vez leí o escuche en alguna parte, que los seres humanos somos
sociales de nacimiento, y por ello, nos gusta vivir rodeados de gente. Pero
cuando ves con tus propios ojos los animales que encierran dentro de sus jaulas
llamadas cuerpos, entiendes que hasta la criatura más bella, puede llevarte al
abismo, seducirte hasta que te desprendes de ti mismo y le brindas tu cuerpo a
un ser despiadado. Cuando estoy solo me siento más seguro, pero me aterra que
al final de mis días, me pierda en la locura del “¿y si me hubiera dejado comer
por ella?”. Y aunque me aterre la gente, y su crueldad oculta, prefiero no
quedarme en soledad. Así que ahora me voy, a que carcoman mis huesos los que me
llaman “amigo”, a que roan mi piel y huesos las ninfas de la ciudad o que me
tiren a un agujero los carroñeros que están a mis espaldas.