lunes, 3 de diciembre de 2018

Historias cortas para venas largas - Ahora podrán jugar

Él vaga por la fría noche con una botella de tequila en la mano y unos cuantos cigarros en el bolsillo. Mientras cruza un pequeño puente, se para a observar el calmado río... Y comienza a recordar su vida en cada calada.
Él sufrió mucho toda su vida. Desde su nacimiento fue abandonado en la puerta de un convento. Cuando obtuvo uso de razón entendió que aquella casa de Dios, no era más que el panorama general de lo que era el infierno. Las adorables madres y monjas que lo cuidaban, no eran más que mujeres despiadadas que detrás de la vista de todos maltrataban a los niños huérfanos, e incluso en temporadas difíciles, de poca economía, los sacerdotes y monjas desfiguraban a los niños para mandarlos a pedir dinero a las calles y en ocasiones los vendían a personas con muy mala pinta. Personas que se decían piadosas y humildes, no eran más que monstruos sin corazón.
-Enciende otro cigarro y da 2 tragos a la botella. -
Una noche huyó de aquel lugar enfermizo, dejando a su suerte a decenas de almas como él. Después de un tiempo en la calle encontró asilo alrededor de un grupo de jóvenes y niños perdidos, como él. Dormían en casas abandonadas, cloacas y terrenos abandonados cerca de vías y pueblos. Ahí aprendío que ellos no tenían derecho a vivir, sino más bien un profundo deseo de sobrevivir.
-Se escuchan sirenas, luces de torretas comienzan a iluminar su figura… una voz dice: "Quieto, sabemos lo que haz hecho. Pon las manos en alto".
Él voltea… sonríe y mientras da la espalda al puente dice con voz satisfecha: "ahora que el demonio no está, los niños podrán jugar tranquilos, ¿Verdad?".
Se inclina hacia atrás y cae al río... Días después hallaron su cuerpo. Tenía marcas de quemaduras y cicatrices en el cuerpo, le faltaban algunos dedos, su cuerpo ya no contaba con un riñón , ni un ojo. Marcas de lo que dejó su pasado.


Noctámbulo